Un nuevo estudio sugiere que el trasplante fecal puede ser tan eficaz como los antibióticos para tratar infecciones bacterianas potencialmente letales que causan diarrea.
Los investigadores hallaron que un solo trasplante de microbiota fecal (TMF) administrado por enema ofreció una recuperación ligeramente superior frente a la infección por Clostridioides difficile en comparación con un tratamiento de vancomicina oral administrado cuatro veces al día durante 10 días. El estudio fue publicado el 17 de junio en Annals of Internal Medicine.
El equipo liderado por el Dr. Frederik Emil Juul, investigador postdoctoral en la Universidad de Oslo, reportó que el TMF mostró una efectividad superior en más de cinco puntos porcentuales frente al antibiótico. Aunque esta diferencia no fue estadísticamente significativa, los autores señalaron que el hallazgo podría ser suficiente para cambiar el enfoque clínico y considerar el TMF como una opción terapéutica de primera línea para las infecciones primarias por C. difficile.
Debido a estos resultados prometedores, una Junta de Supervisión de Seguridad de Datos independiente recomendó finalizar anticipadamente el ensayo clínico.
El procedimiento de trasplante fecal consiste en transferir microbiota procesada de un donante sano al intestino de un paciente enfermo, con el objetivo de restablecer un equilibrio saludable de bacterias intestinales.
Generalmente, las infecciones por C. difficile surgen después del uso de antibióticos, los cuales alteran la flora intestinal natural. Esto permite que C. difficile prolifere en el colon y libere toxinas que provocan diarrea severa, y en algunos casos, con sangre, según la Clínica Cleveland.
Se estima que en Estados Unidos ocurren unas 500,000 infecciones por C. difficile cada año, con unas 15,000 muertes asociadas.
En la actualidad, el tratamiento inicial para esta infección consiste en antibióticos como la vancomicina, mientras que el TMF suele reservarse para infecciones recurrentes. Sin embargo, dado que el trasplante fecal actúa sobre la causa subyacente —la alteración del microbioma—, los científicos plantearon que podría ser útil desde la primera infección.
En el ensayo participaron 100 pacientes atendidos en 20 hospitales noruegos. Aproximadamente la mitad recibió TMF y la otra mitad, vancomicina. A los 60 días, el 67 % de los pacientes del grupo de TMF se habían recuperado, en comparación con el 61 % del grupo tratado con antibióticos.
“Estos datos respaldan el uso de TMF como tratamiento inicial en infecciones por C. difficile, reservando los antibióticos para quienes no mejoren o presenten recaídas”, concluyeron los autores.
No obstante, un editorial complementario escrito por la Dra. Elizabeth Hohmann, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts, advierte que aún es necesario responder preguntas clave antes de implementar ampliamente este enfoque.
“¿Debemos usar terapias microbianas en el primer episodio de la infección, o esperar a un segundo o tercero? ¿Cuál es el momento ideal para administrarlas después de un tratamiento con antibióticos? ¿Influye el tipo de preparación del TMF?”, cuestionó Hohmann en su comentario.
También compartió una perspectiva reservada sobre su aplicación inmediata:
“No creo que en Estados Unidos el TMF se utilice pronto como tratamiento de primera línea para la C. difficile, pero es fundamental que siga disponible para quienes lo necesiten”, concluyó.